jueves, 16 de diciembre de 2010

El otro día me decía M. ...

El otro día me decía M., que no me planteo bien mi vida, que no me organizo, que no le doy prioridad a lo verdaderamente importante, entre otras cosas, mientras alababa constantemente el modelo de vida tradicional, las costumbres cristianas, el proyecto de familia, la entrega a la casa, etc. Claro, esto último no me lo dice directamente, lo dice como mirando hacia el infinito, con cara de sufrida y altiva a la vez, como diciendo “que poco sabes, y cuanto se yo”


Y esta vez no me pude aguantar. Lo siento. Sé que esto me traerá consecuencias, quiebres familiares, reproches, lloros con lágrimas, y replanteo de cómo pasaremos las fiestas, pero no podía más y se lo largué:

No tuviste tarea más importante en tu vida, que comprobar que las cortinas te combinaran con el mantel, que nunca en tu  vida fuiste a tocar una puerta para pedir trabajo, que jamás te levantaste siendo aún de noche para no perder el metro, que parasitaste toda tu vida las billeteras ajenas, que de mantenida por tu padre pasaste a ser mantenida de tu marido, que nunca te mojaste esperando el transporte público en una esquina, que jamás supiste que hace realmente la gente las 8 o 10 o 12 horas que está fuera de su casa, por eso nunca respetaste el cansancio ajeno.

De más está decir, que se fue, que desde ese día no la volví a ver.
Porqué se me tiene que ir la lengua, a una semana de nochebuena?
Que mal.
Bueno, no pasa nada, como mucho cuando vayamos el 24 a su casa, me echará algo en la comida.

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